domingo

Te traje estas margaritas son blancas



Te traje estas margaritas, son blancas,
ya sé que eso lo viste apenas llegué, pero te estoy diciendo otra cosa:
son margaritas.
Como las que se deshojan cuando uno está enamorado, las que le tiran a los chanchos.

Te traje estas margaritas, en ingles se llaman Daisy, 
la novia del pato.

Te traje estas margaritas, pero te estoy diciendo otra cosa:
el amor es desigual
está o no está, lo pisotean, se lo comen, lo esperan.
Feliz cumpleaños.




Miriñaque


Tengo un mundo de miriñaque triste
Es pequeño
Es cálido
Va por un camino rodeado de árboles altos
Que forman una galería juntando sus copas
Mi mundo de miriñaque es secreto
Vive enamorado
Tiene mucha luz, tiene aire
Pero está encerrado



Tu cepillo de lavar las zapatillas


A veces pienso en vos, en nuestra casa de separados. Nuestra casa de separados es la casa en la que vivíamos juntos, y ahora vivo yo, con nuestras hijas. 

Debiera decirle “mi casa” pero me sale decir “nuestra casa de separados”.

Pienso en vos cuando uso algunos objetos, pienso en vos que me da pena, porque estoy usando el cepillo de lavar las zapatillas, y pienso con qué estarás lavando tus zapatillas ahora, si te habrás comprado un cepillo nuevo,  si debiera decirte que te lleves el cepillo de lavar las zapatillas, por si lo necesitás. Vos te fuiste y no te llevaste tantas cosas que se necesitan todos los días, y también son tuyas. Muchas cosas eran tuyas antes incluso de que nos conociéramos.

¿necesitás broches? ¿necesitás el costurero?

El cepillo de lavar las zapatillas ya  estaba en tu casa cuando te conocí. Es viejísimo, debe ser de los 80. Es de color beige, tiene cerdas negras y blancas. Yo lo sigo usando. Es tuyo. Quiero que te lo lleves y es ridículo. Quiero devolverte todas las cosas tuyas que me quedé injustamente en esta separación. A veces pienso que te despojaste de muchas cosas y que sos muy valiente. A veces pienso que esta casa de nosotros separados debiera demolerse. Miro los estantes tuyos, miro los muebles. Yo necesité que te fueras porque no podía más de tu egoísmo. Vos necesitaste irte porque no podías más de mis reclamos. Aun así dejaste todo, y no lo que yo necesitaba. Salvo este cepillo que sigo usando.

¿Qué pensás hacer con La metamorfosis de Narciso de Dalí que está colgada en la habitación?

¿necesitás el cucharón? ¿los envases vacíos de cerveza?


miércoles

Tomás


Una vez me leíste unas líneas de un libro que te habían impactado.

Yo estaba parada al lado tuyo, te escuchaba y te observaba.

No supe qué decirte.

Siento tanto miedo cuando estoy con vos,

no puedo recibir tu calidez.


martes

Árboles


El momento en el que semillan los plátanos

El momento en el que florecen los Tilos

El momento en el que las moras  estallan en la vereda

El momento en el que florecen los jacarandás

El momento en el que escupen las Tipas

El momento en el que dan flores los paraísos

El momento en el que florecen los palos borrachos

La vida no es larga pero es suficiente.


viernes

Un poema de coger


Íbamos a dejarnos.

Lo supimos cuando fue tan próximo nuestro lazo, fue tan fácil.

Enseguida nos quisimos, estábamos cómodos, nos dijimos cosas.

Cogimos increíble una noche, me quedé dormida.

Mi cuerpo reposaba sobre el tuyo, medio cruzado, desnudos.

El imperio del semental.


Todo tu cuerpo durmiendo abajo mío, desmayado, un poco abrazándome.

Todo mi cuerpo pesado sobre el tuyo.

Inconsciente, en la incomodidad del amor.

Yo, culo arriba.

Nos habíamos cogido con tantas ganas,

Chocamos nosotros y nos quisimos más adentro.


Nos quisimos tocar y nos quisimos besar,

quisimos parar, quisimos seguir,

Hasta dormir.


Tu cuerpo abajo mío, toda tu espalda y tus piernas en reposo sobre la cama,

Como un Cristo, pero medio me abrazabas.

Yo, desplomada encima tuyo, de lleno.

Dormidos.


Nos despertamos al rato, habíamos perdido la conciencia.

Yo tenía el culo literalmente helado por el aire acondicionado,

Me despertó ese dolor,

Me pareció una proeza,

Quedarme dormida sobre un cuerpo extraño.


lunes

Klosidol


Son las cuatro de la mañana, me desperté alerta.
¿Cómo se desgarra un cuerpo?
Pienso en los indios, pienso en Tupac.
Pienso en la Santa Inquisición.
Pienso en los cuerpos desmembrados, rotas las coyunturas.
Un cuerpo que estalla de afuera hacia adentro,
se achica, implota, se reduce y muere hecho una piedra.

¿Cómo se dice el dolor? No hay recuerdo.
Freud, ayudame en ésta, ahora está solo mi cuerpo.
Me voy a quedar ciega, me voy a quedar paralítica.

Ayer le decía a mi hermana: no puede ser que me duela así, tan mal me siento.
¿De dónde sale ese dolor?, busco el recuerdo de la primera vez que lo sentí.
Un dolor sin recuerdo.

Me acordé del Klosidol.
Me acordé que el médico me lo dio para aliviar el dolor cuando me operaron.
Un derivado de la morfina.
El Klosidol lo tomaba cuando ya era de noche y se venía ese terrible agujero.
El abismo era mi cama.
Y ahí sí, el cuerpo se suspendía sin espacio ni tiempo, la sangre no circulaba.
Tomaba el Klosidol para dormirme, apagar ese dolor sin nombre.
Estaba recién separada.

Freud ayudame en ésta. Freud ¿qué nombre tiene?
Me voy a quedar ciega. Los brazos se me retuercen, me estallan los codos.

La mujer es cuerpo.

Tomaba Klosidol cuando me separé. Analgésico opioide.
Son las cuatro de la mañana y me desperté ¿qué es este dolor de cuerpo?
No tiene a quien corresponda. Este cuerpo no es recuerdo, es desgarro.
Fue hace un año.
“Todo pasa” me dijo una vieja cheta y sabia.
El cuerpo no.